Negación, Autoengaño y Manipulación: Las Conductas Claves en la Personalidad Adictiva

Durante estos 11 años atendiendo pacientes con problemas de adicción, he notado que, en su mayoría, comparten una serie de características comunes. Cuando consulto con las familias sobre las conductas del enfermo, es habitual que comenten: “Parece que lo conoces de toda la vida”. Esto se debe a que, aunque las razones por las cuales un individuo consume por primera vez pueden ser multifactoriales, los cambios conductuales y el camino hacia el abismo suelen ser comunes para quienes tienen una adicción.

Una personalidad adictiva se caracteriza principalmente por tres conductas clave:

La irresponsable negación

La negación ayuda al enfermo a mantener su obsesión por el consumo oculta y a minimizar cualquier problema que evidencie su falta de control. Como bien sabemos, la negación es el primer síntoma de la adicción. Esta conducta mantiene al individuo en las sombras, evitando reconocer su enfermedad y perpetuando el consumo.

El autoengaño

El sistema de recompensa cerebral del adicto necesita que el consumo continúe, y el cerebro elabora continuos autoengaños como: “Yo puedo dejar la droga cuando quiera” o “Esta es la última vez”. El autoengaño es un mecanismo de defensa que evita enfrentar emociones como culpa, vergüenza, angustia, tristeza o decepción. Estas emociones son detonantes naturales de un proceso de conciencia que el enfermo no está dispuesto a experimentar, ya que reconocerlas lo obligaría a aceptar su enfermedad, responsabilizarse y, en consecuencia, tomar medidas para dejar de consumir.

La manipulación

Esta conducta es una de las más destructivas, ya que su finalidad es meramente egoísta: conseguir una dosis más. El cerebro del enfermo se obsesiona tanto con esta necesidad que está dispuesto a decir, hacer o provocar cualquier cosa para lograrlo. El adicto estudia a las personas de su entorno para manipularlas de manera efectiva. Lamentablemente, el amor profundo de los familiares termina por convertirlos en cómplices involuntarios, facilitando el consumo con la creencia de que están haciendo lo correcto.

El impacto en la familia

Como familia, también enfermamos y repetimos las mismas conductas del adicto. Estas se manifiestan de las siguientes maneras:

Negación: “Mi familiar no tiene un problema; solo está pasando por una etapa”.

Autoengaño: “Sí toma o se droga, pero no es un vago de la calle”; “Los amigos tienen la culpa”.

Manipulación: “Te regalo un carro si dejas de drogarte”; “Qué va a ser de ti cuando yo no esté”.

Estas actitudes, aunque bien intencionadas, solo perpetúan el problema. Sin darnos cuenta, nos convertimos en facilitadores del consumo, creyendo que estamos ayudando.

La solución

Lo recomendado es buscar ayuda con profesionales de la salud mental: psiquiatras, psicólogos, terapeutas y grupos de autoayuda. Estas herramientas son fundamentales para romper el ciclo de la adicción y sanar tanto al individuo como a su entorno familiar.

Escrito por: Alejandro Jiménez, terapeuta

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